sábado, 1 de enero de 2011

LA ULTIMA VEZ QUE VI PARÍS


"Y así vamos adelante, botes contra la corriente, incesantemente arrastrados hacia el pasado".

Francis Scott Fitzgerald


A pesar de la imagen jovial y romántica mostrada en este cartel publicitario, nos encontramos ante un film pesimista, desalentador, dramático, la historia de unos personajes que aunque consiguen disfrutar de riqueza, belleza, de una vida licenciosa y sin preocupaciones finalmente resultan ser tremendamente infelices.

"La última vez que vi París" (Richard Brooks, 1954) está basada en un relato corto del singular novelista F. Scott Fitzgerald titulado "Babylon Revisited". El guión fue obra de Julius J. Epstein y Philip G. Epstein, contando con la colaboración del propio Richard Brooks, pero trasladando la acción original al París liberado por los aliados tras la ocupación nazi; de todas las maneras, la patina autobiográfica del creador del "El Gran Gatsby" parece planear sobre toda la cinta.



Francis Scott Fitzgerald (1896 - 1940)

En clave de flashback somos testigos de la historia de Charles Wills (Van Johnson), un joven teniente corresponsal de guerra de la revista "Barras y Estrellas" que conoce a la atractiva Marion Ellswirth (Donna Reed) el dia de la liberación. Ella había permanecido viviendo en la Francia ocupada con su familia durante toda la guerra. Marion y Charles tienen un amigo común, Claude Martine (George Dolenz), que con el tiempo se convertirá en el marido de Marion. La muchacha invita a ambos a una fiesta en la casa de su padre, el Sr. James Ellswirth (Walter Pidgeon), una suerte de caballero vividor, dandy y bohemio venido a menos y que parece disfrutar de una vida regalada a pesar de su ruina. Allí Charles conocerá a la impulsiva y alocada Helen Ellswirth (hermosa y espléndida Elizabeth Taylor) que acaba de ser expulsada de la universidad. La rivalidad entre ambas hermanas es patente, pero la atracción surgirá irremisiblemente entre Helen y Charles... Será el inicio de su dramático amor.  

Aunque la primera copa que nuestro protagonista se toma en la película es un bourbon, cronológicamente la historia de su etilismo cinematográfico comienza con un pernod, que comparte con el inefable Maurice (Kurt Kasznar) el propietario del Café Dhingo. Este establecimiento se convertirá en una especie de segundo hogar para nuestros protagonistas. Entre sus ajadas paredes, envuelta entre vaporosas nubes de humo y alcohol, Helen ejercerá su particular reinado como la musa indiscutible de pintores y artistas fracasados...

La salud de Helen resulta endeble. Una noche, después de que la lluvia la hubiese calado completamente, una gripe complicada determina su ingreso en el Hospital Lariboisière, un magnífico edificio decimonónico que comenzó a construirse en París en 1846 bajo la dirección del urbanista Martin-Pierre Gauthier; este centro, guardando la estructura arquitectónica en pabellones que dictaban los expertos higienistas en salud pública, abrió sus puertas en 1854 y desde 1975 está catalogado además como monumento histórico.




Precisamente la fragilidad de su aparato respiratorio será la causante de su muerte, provocada por otro resfriado. En plena borrachera, una gélida noche en la que la nieve cubre París con un espeso manto, Charles regresa a casa y se queda profundamente dormido en el suelo de las escaleras, abrazado a una botella. Sumido en el sopor, no escucha las llamadas de su esposa Helen para que la deje entrar al calor del hogar. Una fatal neumonía terminará con su existencia.  

A PROPÓSITO DE VAN JOHNSON...



Tal vez Richard Brooks lo eligió para protagonizar esta película por su aspecto, que a nosotros nos ha recordado vagamente al del propio Scott Fitzgerald, o por esa particular interpretación desfallecida que contribuye, aun más si cabe, al abatido tono general de la película.

Este pelirrojo actor norteamericano desarrolló una prolífica carrera iniciada como corista sobre los escenarios de Broadway, atravesando diferentes y exitosas etapas, desde un ídolo para las jovencitas hasta el héroe de ilustres dramas bélicos. Su última aparición en las pantallas fue en "La rosa púrpura del Cairo" (Woody Allen, 1985).

Van Johnson reemplazó a Lew Ayres en la continuación de la popular serie Dr. Kildare, y más concretamente en "El nuevo asistente del Dr. Gillespie" (Willis Goldbeck, 1942), donde encarnaría al Dr. Randall Adams

Además del papel de Charles Wills en esta película, Johnson prestó su convincente imagen a Donald Martin, otro personaje atormentado y alcohólico en "Barreras de orgullo" (Henry Hathaway, 1956).



De la banda sonora de esta película destacamos la melodía homónima compuesta por Jerome Kern, cuya presencia es constante como el fondo musical de los instantes más jubilosos en la vida de Helen y Charles, y que se irá diluyendo en acordes melancólicos cada vez que el viudo añore aquellos felices tiempos perdidos.

3 comentarios:

Unknown dijo...

Feliz 2011 y haber si este año sacan alguna película decente. Un saludo!*

Dr. Desastre dijo...

Me acabo de topar con tu blog y me ha resultado muy interesante, Felicidades!! te sigo!

Por cierto si te quieres pasar por el mio, estás invitada!

http://elpacienteytu.blogspot.com

Feliz año nueevoo!!

DOCTOR ALBEIROS dijo...

Feliz 2011... Espero que sea saludable para todos... El buen cine vendrá, por descontado...