martes, 14 de octubre de 2008

LA MUERTE DEL SR. LAZARESCU



El Sr. Lazarescu acaricia a su gata Mirandolina


Un habitual de Filmaffinity, alguien que se atreve a firmar una crítica cinematográfica bajo el truculento seudónimo de Maldito Bastardo, se ha inventado un ingenioso juego basado en el peregrinaje nocturno del pobre enfermo Dante Remus Lazarescu (¡inconmensurable actor este Ioan Fiscuteanu!) a bordo de una destartalada ambulancia por los diferentes centros hospitalarios de la desangelada Bucarest.
Resulta divertido. Si alguien está interesado en practicarlo, puede hacerlo visitando el siguiente vínculo:

Enrique Aguilar, en la crítica publicada en contrapicado.net, identifica el descenso del anciano protagonista a los infiernos con aquel otro descrito en su día en "La Divina Comedia" (no en vano es poseedor del eufónico nombre de Dante). La barca queda convertida en ambulancia en el film rumano.
Sin embargo, ver "La muerte del Sr. Lazarescu" (Cristi Puiu, 2005) durante unos breves momentos hizo acudir a mi memoria aquella trabajosa lectura del "Ulyses" de James Joyce. En el transcurso de unas cuantas horas, apenas media jornada, este film rumano relata el viaje hacia ninguna parte de un personaje kafkiano, el Sr. Lazarescu, que padece las últimas horas de su existencia saltando de hospital en hospital, en una prolongada e innecesaria agonía, con el único amparo de Mioara Avram (Luminita Gheorghiu) la enfermera y buena samaritana que se niega a abandonarle a su suerte.
Coincidencias de la vida, reflexiono sobre este film mientras preparo una pequeña colaboración para las jornadas que organiza la Cruz Roja de Ourense bajo el título Intervenciones sobre personas en situación "sin hogar" y con problemas de salud mental.

Porque el Sr. Lazarescu es una persona sin hogar; aunque tiene un techo bajo el que cobijarse, con la única compañía de sus tres gatos (Kitty, Missy y Mirandolina) este viudo malvive en soledad, vestido con una especie de pijama rayado que más bien pareciera el uniforme de un campo de exterminio. Enfermo y alcoholizado, sólo tiene en la vida a su hermana Eva y a su cuñado Virgil, junto a una única hija, Bianca, emigrada en Canadá. Ninguno de estos tres familiares llega a salir en pantalla.

Tras el fallecimiento de su esposa, la anónima existencia del Sr. Lazarescu transcurre entre las cuatro paredes de un apartamento en Bucarest, sucio, desordenado y maloliente; sólo la solidaridad parcial de sus vecinos le va permitiendo superar a duras penas el monótono devenir de los días.

En el cine, como en la medicina, la moda resulta decisiva. Todavía hay quien discute sobre su influencia en el público tras la exitosa coincidencia en las pantallas de tres films rumanos muy representativos: el que ahora nos ocupa, "Al Este de Bucarest" (Corneliu Porumboiu, 2006) y "4 meses, 3 semanas y 2 días" (Cristian Mungiu, 2007), del que prometemos hablar bien pronto.

Retomando el cuadro clínico del Sr. Lazarescu, tengo que decir que he llegado a pensar que el propio actor protagonista se encontraba verdaderamente enfermo (¡uno llega a creerse que vomita de verdad!). Tal es el realismo de su interpretación. Los primeros fotogramas nos muestran a un paciente que se lleva la mano al abdomen con un leve rictus de dolor; acto seguido, llama por teléfono al servicio de urgencias, relatando el padecimiento de una intensa cefalea, de 4 días de duración, acompañado por náuseas y vómitos. Él atribuye a su pasada úlcera péptica el origen del dolor de cabeza y por ello bebe repetidas veces de una botellita que contiene un líquido pastoso y blanquecino, probablemente un antiácido (del estilo del ALMAX ® español).

El Sr. Lazarescu, ante las supuestas preguntas de la persona que le atiende al otro lado de la línea telefónica, refiere haber tomado ya (automedicación) los siguientes fármacos:
  • ASPIRINA ®: ácido acetilsalicílico; clásico analgésico, antipirético y antinflamatorio. El paciente debería tener contraindicada esta medicación, considerando sus antecedentes de úlcera gástrica intervenida quirúrgicamente.
  • METAMIZOL: analgésico genérico popularmente conocido en España como NOLOTIL ®, donde se prescribe y se emplea (tal vez en demasía) para el tratamiento del dolor leve - moderado.
  • DISTONOCALM ®: comercializado en Rumanía, se trata de una combinación formada por 15 mg de propanolol (betabloqueante), 0.20 mg de sulfato de atropina, 0.30 mg de ergotamina y 25 mg de amobarbital sódico (un barbitúrico con propiedades sedantes e hipnóticas). Entre sus muchas indicaciones, suele utilizarse en cuadros distónicos neurovegetativos que cursen con dolor abdominal.
  • EXTRAVERAL ®: otra combinación farmacológica comercializada en Rumanía y que contiene 80 mg de extracto de valeriana y 20 mg de fenobarbital. Se emplea en el tratamiento de la hiperexcitabilidad nerviosa, en el del insomnio y en el del hipertiroidismo, por ejemplo.


El alcoholismo del Sr. Lazarescu, como él propiamente confiesa, se limita a beber frecuentemente, "como cualquier hombre"... La mezcla de alcohol con algunos de los fármacos anteriormente expuestos, en especial los barbitúricos, resulta nociva para la salud del paciente. El hábito etílico del Sr. Lazarescu provocará el rechazo a tratarle por parte de varios médicos a lo largo de la película. Además de la hepatopatía alcohólica y de la cirrosis, el abuso etílico crónico puede provocar gastritis y esofagitis. Al respecto, una simpática anécdota: cuando su hermana Eva le recrimina al Sr. Lazarescu por beber demasiado, él responde que el alcohol no es la causa de la úlcera gástrica, sino las "helicobacterias"...

Además de las enfermedades ya mostradas, el Sr. Lazarescu padece una avanzada insuficiencia venosa en ambas extremidades inferiores, con probables lesiones tróficas cutáneas e incluso úlceras por estasis vascular. En alguna escena, podemos observar cómo el mismo se venda las piernas.
En el deslumbrante reino de la tecnificación médica, el gobernante de turno se llama deshumanización. Los pacientes desaparecen y en su lugar, el personal sanitario solamente tan solo ve enfermedades. Triste paradoja aquella que margina de su propio tratamiento al dueño de la patología.
Dentro del sistema asistencial, el lugar que debería ocupar el Sr. Lazarescu como ser humano enfermo, se transforma en un compartimento anónimo encajado en un enorme casillero donde se clasifican síntomas (cefalea, vómitos, dispepsia, cáncer) y pruebas diagnósticas (radiografías, analíticas, TAC...).
Además de la falta de sensibilidad reinante en todo sistema sanitario, el blanco de las más ácidas críticas en este menesteroso film de Cristi Puiu es el propio ser humano, empeñado en garantizar el blindaje de su piedad y de su altruismo.
Me pregunto: ¿quién es mejor vecino, un prójimo o un gato callejero adoptado?; ¿cuántos Sres. Lazarescu viven en nuestro edificio, en nuestra manzana, en nuestro barrio?

1 comentario:

eustaquio quintero dijo...

...estupenda película....el Sr. Lazarescu está mas solo que la luna....en su particular procesión kafkiana en busca de un hospital que se interese por su salud lo único que encuentra es el deshumanizado trato de su personal....menos mal que la enfermera de la ambulancia es su mujer; su hermana; su madre; su amiga y le acomnpaña hasta los últimos momentos.....desangelada travesía......cuánto echaba de menos el Sr. Lazarescu a sus gatos........comedia-drama...como la vida misma