lunes, 2 de junio de 2008

LÉOLO


"LÉOLO" o EL RETRATO VESÁNICO FAMILIAR


Dentro de esta misma bitácora, he destacado en diversas ocasiones interesantes referencias sobre la obra "El cine y las enfermedades mentales", erudito texto debido al trío Wedding, Boyd y Niemiec. Respecto a la película "Léolo" (Jean-Claude Lauzon, 1992), estos autores recomiendan su visionado como justo tributo de admiración a una genuina e irrepetible obra de arte, valorándola adicionalmente como eficiente complemento educativo para la formación profesional sanitaria. A pesar de tan grande elogio, la reseña de este film aparecida en dicho tratado resulta bastante escueta.

Pueden creerme. En mi vida he visto pocas películas tan perturbadoras como ésta. En su estructura conviven elementos cinematográficos sencillos con enrevesados y arcanos recursos narrativos. En "Léolo" hay demasiada enfermedad, física y espiritual, hay locura, pestilencia, suciedad, malicia, voyeurismo, poesía, onanismo, odio, violencia e impiedad, bestialismo, escatología, amor platónico, vida, muerte y libertad.


Por el tratamiento demoledor que esta película hace de la institución familiar, en la historia del cine yo la situaría en las antípodas de las sagas iniciadas en su día, por ejemplo, con el "El padrino" (Francis Ford Coppola, 1972) o con la "La gran familia" (Fernando Palacios, 1962). Sería la cruz de una hipotética moneda cuya cara sin duda ocuparía el magnífico trabajo titulado "La familia" (Ettore Scola, 1987).





Pero, a pesar de toda su desnuda crudeza, debemos ser justos con "Léolo". En la ficha de la película que se puede consultar en la prolífica base IMDb, observamos que subjetivamente queda encuadrada junto a otras obras mucho más inmisericordes con la naturaleza humana:

  • la bárbara y despiadada "Saló o los 120 días de Sodoma" (Pier Paolo Pasolini, 1975),
  • la necrofílica "Singapore Slim" (Nikos Nikolaidis, 1990),
  • la delirante "Sweet Movie" (Dusan Makavejev, 1974),
  • la irreverente y coprofílica "Pink Flamingos" (John Waters, 1972).
Nada que ver. Cuando repaso esta película, me pregunto hasta dónde hubiera podido llegar su director y guionista, el malogrado Jean-Claude Lauzon, si no hubiera fallecido prematuramente junto a su novia, la actriz Marie-Soleil Tougas, en un desafortunado accidente de aviación en 1997, perdido en los profundos bosques de Québec, Canadá.

Otros críticos, como por ejemplo Emanuel Levy, han encontrado en "Léolo" determinadas similitudes con otros films clásicos en los que se muestra descarnadamente el tránsito desde la cándida infancia a una desabrida pubertad:

  • la clásica "Los 400 golpes" (François Truffaut, 1952), uno de los pilares de la Nouvelle vague, con su inolvidable Antoine Doinel, protagonista y alter ego del propio Truffaut,
  • la menesterosa "Pixote" (Hector Babenco, 1981),
  • la brutal "Padre Padrone" (Paolo y Vittorio Taviani, 1977), o
  • la mítica"Shane" (George Stevens, 1953), western protagonizado por Alan Ladd.

Jesús González Requena y Amaya Ortiz de Zárate son los autores del libro "Léolo. La escritura fílmica en el umbral de la psicosis", en su día publicado por Ediciones de la Mirada dentro de la colección "Contraluz - Libros de Cine (CC)". Un tándem formado por un periodista y crítico de cine junto a una experta psicoanalista, agudos realizadores de una completa disección de esta película, algunos de cuyos planteamientos,con el paso del tiempo, he llegado a entender y compartir.


La acción se desarrolla en el popular y depauperado barrio del Mile-End, en Montreal. En su cotidiana miseria, allí conviven emigrantes de origen francés, italiano o judío. Léolo (excelente la interpretación del joven Maxime Collin) es el protagonista de esta truculenta historia; a pesar de su temprana edad es completamente consciente de la herencia vesánica que porta en sus genes. Así, el rechazo a cualquier referente que proceda de la rama paterna de su familia es permanente, pues para él ese es el verdadero culpable de todas sus calamidades y tribulaciones:

  • el padre (Roland Blouin), "un perro que mordía su vida perra...", obeso, glotón, ignorante, grasiento, sudoroso y coprofílico, obsesionado permanentemente por la ortodoxia fisiológica de la evacuación intestinal de sus vástagos. El chico reniega de su propio nombre Leo Lozeau, (juego de letras y sonidos con el nombre del director, Lauzon) que muda intencionadamente por el más eufónico de Léolo Losone, de indudable connotación italiana.
  • el detestado abuelo (personificado por el veterano actor francés Julien Guiomar), lascivo, indolente, cínico competidor de Léolo respecto a los favores de su idealizada Bianca (Giuditta Del Vecchio). El aborrecimiento entre ambos parientes será tal, que ambos intentarán matarse en momentos esenciales del film.

La fabulación literaria está presente en todos los instantes de la vida de Léolo. Mientras los demás duermen, se esconde en la cocina para leer bajo la ténue luz de la nevera abierta el único libro que ha existido en su casa: "L´avalée des avalés" (algo así como "El Valle de los avasallados"), novela original del escritor quebequense Réjean Ducharme, tan misterioso y esquivo como otra leyenda literaria norteamericana, J.D. Salinger, el autor de "El guardian en el centeno". ¿Podría establecerse algún atormentado paralelismo entre el personaje de Léolo y el de Holden Caulfield?


Réjean Ducharme


J.D. Salinger



Y son precisamente la literatura y la imaginación la que mantienen a Léolo apartado de la locura. Resulta tragicómico y agridulce el argumento inventado para explicar la increíble gestación del muchacho: la madre gorda, corpulenta e inmensa, se desploma fortuitamente en el mercado sobre un cajón repleto de maduros tomates sicilianos; en su origen, previamente un campesino había derramado su semen sobre los mismos. De esta singular manera, los espermatozoides viajaron resguardados en el interior de tan encarnados vegetales para penetrar por la vagina de la accidentada mujer.


Llegados a estas alturas, procedamos a la apertura del siempre jugoso melón del debate médico. ¿Puede considerarse a "Léolo" el retrato verosímil de un caso de esquizofrenia familiar?

  • En la Revista de Psiquiatría de la Facultad de Medicina de Barcelona, puede leerse un interesante trabajo sobre esta patología realizado por el equipo de Isabel Parra (Rev Psiquiatría Fac Med Barna 2005; 32(4):174-178). Estos autores aceptan las evidencias demostrativas del componente genético en la etiología de la esquizofrenia (estudios familiares, de adopción y de gemelos).
  • Siguiendo en el mismo texto, se establece la definición de esquizofrenia familiar como aquella padecida por determinados pacientes que tienen al menos un familiar de primer grado y un familiar de segundo grado afectado por esquizofrenia, trastorno esquizoafectivo o trastorno bipolar. Teniendo en cuenta estas premisas, veamos ahora la sintomatología que presentan los personajes imaginarios en la película de Jean-Claude Lauzon.

LA MADRE.

Personaje central en la vida de Léolo, tal vez se trate de una encarnación contemporánea de la prehistórica Venus de Willendorf. Cabalmente interpretada por la famosa cantante y actriz canadiense Ginette Reno, ejerce su bonancible matriarcado, entendido en ese sentido clásico de modelo familiar establecido dentro de la cultura mediterránea - como por ejemplo, la mamma italiana - oronda, pletórica, que en todo momento ampara y defiende a su insólita prole. Ella anima al bebé Léolo durante una noche de tormenta para que defeque en la bacinilla. Ella acompaña a su hijo Fernand al colegio y es el manso testigo de su idiocia y de su fracaso escolar. También ella velará el lecho de enfermedad de sus hijos durante sus frecuentes hospitalizaciones.


La Venus de Willendorf



A lo largo de toda la narración cinematográfica, la madre es el único personaje cuerdo en la familia de Léolo: "...mi madre tenía la fuerza de un gran barco navegando en un oceáno enfermo...", o "...era cálida y amorosa. Me gustaba que me abrazara entre sus grasas. El olor de su sudor me tranquilizaba..." El muchacho se percata de esta particularidad, deduciendo que el origen de la patología doméstica ha de provenir de su ascendencia paterna.

LAS HERMANAS

Léolo tiene dos hermanas: Rita y Nanette. Las dos se encuentran afectadas por enfermedades psiquiátricas.

Rita (Geneviève Samson) es regordeta e inmensa, rebosante en carnes, como su propia madre. Vive y reina en el sótano, donde se mantiene oculta envuelta en la mortecina luz de las velas y rodeada por su desagradable colección de bichos: anfibios, reptiles e insectos. Ella es la encargada de recoger y guardar su defecación diaria, que luego vende al descarado Léolo. Presenta un trastorno de mal pronóstico denominado hebefrenia o esquizofrenia desorganizada, que cursa especialmente con un trastorno afectivo saturado de carcajadas inmotivadas e incongruentes. En su universo particular, la joven se mantiene aislada y en soledad, siempre apática, sin que las alucinaciones mantengan en este caso su peso específico.

Por el contrario, también existe la miope, enjuta y sumisa Nanette (interpretada por la actriz y poetisa quebequense Marie-Hèléne Montpetit). Su delirio la mantiene una veces inexpresiva, otras veces sollozante, desgarrada y abrazada a una muñeca, rogando deseperadamente para que le devuelvan su bebé.

La figura de la loca institucionalizada que se aferra a un muñeco clamando por una supuesta maternidad perdida resulta un estereotipo empleado por otros cineastas, como por ejemplo ocurrió en “De repente el último verano” (Joseph L. Mankiewicz, 1959) o en “Corredor sin retorno” (Samuel Fuller, 1963).

EL MIEDO COMO ENFERMEDAD

Y por último, hablemos de Fernand (Yves Montmarquette), el hermano mayor de Léolo, con un profuso historial clínico-patológico sobre sus fornidas espaldas: oligofrenia, trastorno de la personalidad obsesivo-compulsivo, trastorno esquizoide...

Es un personaje fascinante, tan pronto capaz de dibujar ante la atónita mirada de su propia madre "un conejo blanco sobre la nieve" (una cartulina totalmente en blanco), como de dedicarse en cuerpo y alma a fortalecer sus músculos mediante un quimérico esfuerzo que de nada le servirá; su enfermedad se llama MIEDO.

Sobre el olvido general del miedo en la medicina:

http://cartasdealoysius.blogspot.com/2006/10/el-miedo.html